lunes, 24 de octubre de 2011

“¡Cómo recuerda la muerte de Gadafi a la de Mussolini!”

Es curioso como se repiten algunos párrafos de la historia casi a la perfección. Hoy pasa algo y, como si no existiera la originalidad, nos damos cuenta de que ya ha ocurrido antes y que la historia no ha hecho más que cambiar los nombres y volver a copiar lo mismo en sus páginas.

Hace unos días, cuando me enteré de la muerte de Gadafi, como es normal, fui buscando noticias en Internet para ver con más detalle lo sucedido, y mientras iba leyendo y viendo fotografías y videos, algo más ocupaba mi mente.

Era esa intranquilidad que se mete en la cabeza cuando tienes algo en “la punta de la lengua” y no te sale, no puedes acordarte por mucho que lo intentas y, al mismo tiempo, no puedes dejar de darle vueltas. < ¡Dónde he visto esto antes!>
Es esa corazonada, que te pone los pelos de punta, que no sabes si lo que está ocurriendo ya lo has vivido en otro momento o si algo que has soñado se está haciendo realidad.      < ¡A qué me recuerdan estas imágenes!>

En ese momento, me dispuse a leer un twitter publicado por el director del diario El Mundo. Decía: “¡Cómo recuerda la muerte de Gadafi a la de Mussolini!”

¡Era eso! La rabia de la gente, de la sociedad, del pueblo. ¡A eso me recordaba! La sed de sangre, de muerte, de venganza. ¡Esa era mi intranquilidad! La sensación de que no cabe en un solo cuerpo el daño que tantas personas quieren propinarle; tanta gente, tantos hombres, mujeres y niños odiando a un solo hombre.

Eso fue en el año 1945, el 28 de abril. Me venían a la mente las imágenes de Mussolini, o mejor dicho, los despojos del Duce, cuando la muchedumbre golpeó su cadáver hasta desfigurarlo y luego lo colgaron cabeza abajo para venganza y vergüenza, junto con el cuerpo también sin vida, de su amante Pettaci. Fueron dejados allí colgados como escaparate, para que todo el mundo los viera.

Al igual que ahora, con el cuerpo sin vida de Muamar Gadafi, expuesto en una cámara frigorífica para que la gente pase a verlo. Hay hombres y mujeres que llevan a sus niños menores para que vean lo que es capaz de hacer el mundo, para que sientan el castigo en sus propios ojos, lo que le sucede a quien no ha tenido respeto por las leyes básicas de la humanidad, para que recuerden durante toda su vida este momento y para que no olviden lo cruel que puede llegar a ser la historia.

Cuentan que las últimas palabras de Mussolini, después de que mataran a su amante a balazos, fueron de rabia: “¡Dispáreme en el pecho!” Gadafi solo pidió clemencia. 

2 comentarios:

Carabina dijo...

Es cierto Corpus que hay mucha similitud entre uno y otro, que a los dos los han matado personas que poco tiempo antes se inclinaban ante ellos. Lo mismo le ocurrió a Ceaucescu el presidente de Rumanía al que le hicieron un juicio sin ninguna legalidad y mataron a el y a su mujer a tiros en la misma sala del juicio.La historia se repite el año 1945 muere Mussolini, en el año 1989 Ceaucescu y en el 2011 matan a Gadafi de la misma forma. Pero seguramente eso no tiene cura, ni por parte de los que están en la cumbre del poder, que llega un momento en que se creen dioses,ni por parte de los que se inclinan ante ellos, a los que es posible que todo se les vuelva odio. Saludos

corpus nudum dijo...

Pues sí Carabina.

Es la dureza y la inclemencia que pueden llegar a demostrar los pueblos. Lo que más me espanta es la forma de exponer un cadáver para que lo vea todo el mundo como si fuera una pieza de cacería.
Pero como tú dices, eso parece que tiene que ser así, y por lo que se ve no cambia con los tiempos. No hay muros, ni barreras, ni nada que pueda contener la fuerza del odio de un pueblo. Es como un tsunami que lo arrasa todo a su paso.

Un saludo.