viernes, 17 de febrero de 2012

Cuidado con los móviles

Todas las personas, en general, solemos tener muchas cosas en las que pensar.  A algunas de estas cosas le ponemos, por simple necesidad, más atención que a otras, pero queremos hacerlas todas, así que por esa razón descuidamos unas, mientras que le ponemos atención a otras y viceversa.

No estoy hablando ni mucho menos del viejo mito ese de que los hombres no pueden hacer dos cosas a la vez y las mujeres sí. Me refiero a las personas en general.

Ahora, con los teléfonos móviles estos que son de todo menos teléfonos, si os dais cuenta va mucha gente por la calle mirando el móvil, nos entretenemos muchísimo y desatendemos otras cosas que estamos haciendo al mismo tiempo como por ejemplo andar.

A estos teléfonos, aparte de las llamadas, como son ordenadores, les llega el correo electrónico, mientras que es posible que estés subiendo una fotillo a Facebook, pendiente de alguna noticia de Twitter y hablando con alguien por WhatsApp. En definitiva, una auténtica locura intentar andar tranquilamente por la calle esquivando a los demás transeúntes, y obstáculos.

A todas estas cosas se les puede sumar que, como decía el título de un artículo de Arturo Pérez Reverte que leí hace tiempo, existe otro peligro añadido a andar por la calle que es la presencia en nuestras aceras de “el minador enmascarado”. Este “minador”, es una persona que tiene una mascota, lo saca a la calle con la escusa de ir paseando, pero en realidad es para cagar, y algunas veces incluso le mete prisa para que lo haga porque tiene otras cosas que hacer.
Cuando el pobre animalillo se pone ha hacer sus necesidades, el dueño se hace cruces, porque lo está haciendo justo cuando pasa gente y como no quiere recoger la mierda, mira para otro lado como si no se estuviera dando cuenta de lo que está haciendo su perrito.
Suelen ser personas que, como contaba ayer Arcadi Espada, “lo que jamás permitirían a sus hijos, esto es atravesar el salón con las pezuñas caga-das se lo permiten al bulldog”.

Pero bueno, a lo que vamos, pongámonos en situación, tú vas por la calle, andando, por la acera, para el super mismo, ayer sin ir más lejos, te suena el móvil, un mensaje de WhatsApp, contestas, y ya que lo tienes en la mano miras como va el Facebook, cruzas una calle mirando si vienen coches, pasa una señora mayor y por educación la saludas –buenas tardes-, ella contesta muy educada –buenas-, parece que no hay novedades en las redes, una amiga que va andando por la otra acera levanta el brazo, tú haces lo mismo –no me paro que llevo prisa-, miras de nuevo a la pequeña pantalla y PLAFH, el “minador” lo ha vuelto a hacer.

La culpa de todo esto la tienen los móviles nuevos estos que han sacado que nos tienen la cabeza ocupada y descuidamos las demás cosas. Si es que no puede ser. Porque quién le va a echar la culpa a los pobres animalitos que solo están haciendo sus necesidades. Ni a sus dueños tampoco, no, ellos bastante tienen con sacarlos todos los días que es mucho más de lo que hago yo por el bien de la fauna urbana.
No. Los putos móviles tienen la culpa. Sí, ellos son.  

martes, 7 de febrero de 2012

El Tribunal de Arbitraje Deportivo sanciona a Alberto Contador

Todos conocemos la frase aquella de que “todo el mundo es inocente hasta que se demuestre lo contrario”. Bien, pues en el caso del ciclista Contador, la frase ha cambiado significativamente. Se ha convertido en “Contador es culpable hasta que demuestre su inocencia”.

El Tribunal de Arbitraje Deportivo no sabe de dónde vienen los 50 picogramos de clenbuterol, una sustancia prohibida por la Agencia Internacional Antidopaje, que aparecen en el análisis de sangre del ciclista.

Dice que es “poco probable” que sea por una transfusión de sangre. Tampoco cree en la hipótesis de que sea por carne contaminada, que era lo que decía la defensa del corredor. Es posible, que el clenbuterol fuera ingerido como complemento alimenticio pero sus compañeros no dieron positivo, así es que la cosa se complica y creen posible que tomó un complemento “contaminado”, solo él.

Pero en esas cantidades podría provenir también del agua corriente o incluso de un helado. Es decir, que “no está convencido de lo que sucedió en realidad”.
Sin saber exactamente cual fue la causa de la existencia de esa sustancia, el Tribunal condena a Contador por la “responsabilidad objetiva” que todo deportista debe tener para no tomar sustancias prohibidas. Pero ¿y si se desconoce cual es la sustancia prohibida? ¿Y si se desconoce que es lo que no se puede tomar?

Alberto Contador es por tanto culpable por tomar una sustancia que el Tribual no sabe donde se encontraba y que el ciclista no sabe cómo llegó a su cuerpo. Y como Contador no ha podido demostrar cómo llegó exactamente a su sangre pues es culpable.
Yo creía que los acusados eran inocentes hasta que se demostrara su culpabilidad, no culpables hasta que demuestren su inocencia.

Dos años de sanción y le quitan todos los triunfos conseguidos desde el 21 de junio de 2010. Un poco excesivo para no saber de donde viene la cosa. Un poco excesivo para no saber nada de nada.

Alberto no ha podido demostrar su inocencia.   

viernes, 3 de febrero de 2012

El socialismo enfermo

El socialismo de hoy día está enfermo, griposo y por supuesto necesita un cambio para poder realzar su autoestima y salir de su dolencia. Ya lo dije en algún artículo anterior. Para cambiar, para restaurar la confianza en los valores del PSOE, los candidatos que se van a presentar a las primarias se quedan cortitos, no llegan y no dan la talla. No se sale de una enfermedad si se queda dentro el virus que la ha provocado.

Muchos dirían, que ese virus es ZP y le echarían al ex-presidente todas las culpas del desastre electoral, y responderían que el virus ya se marcha, pero eso no es cierto.
Este argumento solo podría valer si Zapatero hubiera hecho su trabajo, que no era otro que presentarse él a las elecciones y no pasarle el testigo (sin primarias) a Rubalcaba. En otras palabras, cargar él con el palo de las elecciones y así quemarse solo. 

Pero claro, no se hizo bien. El desastre y al mismo tiempo el desgaste de un fracaso electoral tan inmenso como el de las últimas, lo pagó otro. Gran error.
Si Rubalcaba no hubiera perdido unas elecciones nadie se hubiera preguntado ¿por qué no dimite? ¿Por qué no dimitió cuando era lo más lógico?

Ahora el PSOE tiene a un candidato en el que la gente no cree y a una candidata que nadie ve como la gran renovación del partido.

La pobre Carme, que tanto ha trabajado para que se le vea como catalana y nada más que catalana, ahora tiene que desandar lo andado e intentar que todo el mundo piense que es “andaluza de pura zepa”. Pero no cuela. No. Va a ser que no.

Ya lo decía ayer Antonio Burgos, se le ve el plumero, solo hay que verla aplaudir: “de cualquier manera, menos como una andaluza”.

En fin, que gane el mejor…, o el peor.