No estoy hablando ni mucho menos del viejo mito ese de que
los hombres no pueden hacer dos cosas a la vez y las mujeres sí. Me refiero a
las personas en general.
Ahora, con los teléfonos móviles estos que son de todo menos
teléfonos, si os dais cuenta va mucha gente por la calle mirando el móvil, nos
entretenemos muchísimo y desatendemos otras cosas que estamos haciendo al mismo
tiempo como por ejemplo andar.
A estos teléfonos, aparte de las llamadas, como son
ordenadores, les llega el correo electrónico, mientras que es posible que estés
subiendo una fotillo a Facebook, pendiente de alguna noticia de Twitter y
hablando con alguien por WhatsApp. En definitiva, una auténtica locura intentar
andar tranquilamente por la calle esquivando a los demás transeúntes, y obstáculos.
A todas estas cosas se les puede sumar que, como decía el título
de un artículo de Arturo Pérez Reverte que leí hace tiempo, existe otro peligro
añadido a andar por la calle que es la presencia en nuestras aceras de “el
minador enmascarado”. Este “minador”, es una persona que tiene una mascota, lo
saca a la calle con la escusa de ir paseando, pero en realidad es para cagar, y
algunas veces incluso le mete prisa para que lo haga porque tiene otras cosas
que hacer.
Cuando el pobre animalillo se pone ha hacer sus necesidades,
el dueño se hace cruces, porque lo está haciendo justo cuando pasa gente y como
no quiere recoger la mierda, mira para otro lado como si no se estuviera dando
cuenta de lo que está haciendo su perrito.
Suelen ser personas que, como contaba ayer Arcadi Espada, “lo
que jamás permitirían a sus hijos, esto es atravesar el salón con las pezuñas
caga-das se lo permiten al bulldog”.
Pero bueno, a lo que vamos, pongámonos en situación, tú vas
por la calle, andando, por la acera, para el super mismo, ayer sin ir más
lejos, te suena el móvil, un mensaje de WhatsApp, contestas, y ya que lo tienes
en la mano miras como va el Facebook, cruzas una calle mirando si vienen coches,
pasa una señora mayor y por educación la saludas –buenas tardes-, ella contesta
muy educada –buenas-, parece que no hay novedades en las redes, una amiga que
va andando por la otra acera levanta el brazo, tú haces lo mismo –no me paro
que llevo prisa-, miras de nuevo a la pequeña pantalla y PLAFH, el “minador” lo
ha vuelto a hacer.
La culpa de todo esto la tienen los móviles nuevos estos que
han sacado que nos tienen la cabeza ocupada y descuidamos las demás cosas. Si
es que no puede ser. Porque quién le va a echar la culpa a los pobres
animalitos que solo están haciendo sus necesidades. Ni a sus dueños tampoco,
no, ellos bastante tienen con sacarlos todos los días que es mucho más de lo
que hago yo por el bien de la fauna urbana.
No. Los putos móviles tienen la culpa. Sí, ellos son.
2 comentarios:
Querido Corpus, ayer me pasó y no iba ni mirando el movil, simplemente saludaba a un amigo que iba por la otra acera y caí en la "costilla". La verdad me acordé del dueño ó dueña y menos mal que nadie de los que me vieron sabian de quien era el perrito, porque hubiera quedado peor, total por tenerte que limpiar un zapato no es para tanto, me dijo uno y aquello me consoló. Hombre lo de los móviles es un poco peligroso porque hasta puedes chocar con cualquiera, pero lo de los perros es necesario que la autoridad que los vea los obligue a retirar esas mierdas y no dejar que nos estropeen las calles. Asi lo están haciendo ya en muchos pueblos. Saludos Corpus.
Muy bueno lo de "caer en la costilla" del comentarista anterior jeje, me ha hecho gracia. Lo de los móviles es que verdaderamente es una locura, sobre todo desde que la mayoría de gente tiene internet en esos diabóicos aparaticos, está todo el día sonando wasap, sms, que si el facebook, el twitter..., vamos, que no hay teléfono que le resista la batería un día entero, que tiempos aquellos de esos nokia de teléfono pelao y mondao que le duraba la batería casi una semana jejeje. Bueno, en lo referente a los señores-as que pasean los canes, aquí en Córdoba, en mi barrio concretamente, es repugnante, hay días que andar por la acera sin pisar un mojón se convierte en una ardua tarea de equilibrismo urbano, pero es que aquí todo el mundo tiene perro (es algo que me sorprende) y con que haya unos pocos que no sean cívicos, pues ya la tenemos liada. Un abrazo pariente.
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