martes, 20 de octubre de 2009

Premio Nobel de la Paz

¿A quién se le da un Premio Nobel de la Paz?
¿Quién se merece este premio?
Buscando en Wikipedia encuentro que este premio se le otorga "a la persona que haya trabajado más o mejor en favor de la fraternidad entre las naciones, la abolición o reducción de los ejércitos existentes y la celebración y promoción de procesos de paz".


Parece que los señores encargados de entregar este Premio, los noruegos de Oslo, han querido hacerle un favor al Presidente Barack Obama dándoselo este año.

Un “Flaco favor” (las comillas no son gratuitas). Así se titula un artículo escrito por José María Carrascal en ABC, en el que la sutileza y la finura, como en todos sus artículos, se pasea entre las letras envolviendo al lector en una maraña de información hasta el final.

“…lo que han logrado, al menos en Estados Unidos, es movilizar a todos contra este premio. La izquierda, porque dice es inmoral conceder el Nobel de la Paz a alguien que está librando dos guerras, sin haber dicho aún como y cuando va a acabarlas. La derecha, porque ve en ello otra prueba de que Obama es un peón del socialismo –e incluso del comunismo- mundial para introducirlo en este país y dar la vuelta a su espíritu. El centro, hasta ahora el bloque social más firme de Obama, aparte del negro, naturalmente, porque se ha puesto a pensar, dándose cuenta de que la concesión de este premio ha sido prematura, cuando no precipitada. O sea, injusta.”

Lo anteriormente citado y los párrafos entrecomillados que vienen a continuación son parte de ese artículo de Carrascal.
Yo no sé lo que pensarán mis queridos lectores pero si eso es verdad, posiblemente sea de las pocas veces que estoy de acuerdo con la izquierda, con la derecha y con el centro al mismo tiempo.

Es posible que hayan puesto al Presidente de Estados Unidos en un gran aprieto con este Nobel. Lo digo porque quizás el futuro que, por ejemplo, tiene pensado éste para acabar con el conflicto de Afganistán, no coincida o ni siquiera se parezca en lo más mínimo al concepto que tenemos de “Paz”.
A los estadounidenses no les gusta que nadie intente determinar sus decisiones.

“Lo que Obama necesita de los europeos no son premios, sino más soldados para Afganistán, más celdas para los presos guantanameros, más presiones sobre Irán, en vez de hacer negocios con él. La misma imagen de una Europa vitoreándole como campeón de la paz y el entendimiento entre los pueblos no ha sentado nada bien entre sus compatriotas, acostumbrados a ser ellos quienes decidan su política, no los demás.”

“Pero la izquierda europea no ha sabido ni querido esperar. Como si, al no poder hacer política de izquierdas en casa, quisiera hacerla en Estados Unidos a través de Obama. Puede salirle el tiro por la culata.”

Yo personalmente, no sé si les va a salir el tiro por ahí, pero sí que pienso que la decisión ha sido muy precipitada, incluso arriesgada para un Premio como el Nobel. Creo que es de los pocos presidentes de Estados Unidos en activo que recibe el galardón. A Jimmy Carter se lo dieron en 2002, y su mandato como presidente terminó en el 1981.

Obama sucede como Nobel de la Paz al finlandés Martti Ahtisaari, que se le concedió el galardón por “sus importantes esfuerzos, en varios continentes y durante más de tres décadas, para resolver conflictos internacionales”.

¡Tres décadas! ¡Obama ha hecho sólo ocho meses desde su investidura!

Quizás sea muy difícil encontrar en estos tiempos a otra Teresa de Calcuta (Premio Nobel de la Paz 1979), pero hay que intentarlo, amigos noruegos, hay que intentarlo.

Precipitado, sin dudarlo y muy arriesgado este año.

jueves, 1 de octubre de 2009

Los sindicatos y los trabajadores

Hace algunos días, tuve una conversación con un amigo, uno de estos creyentes en los sindicatos de trabajadores. Él me intentaba explicar la importancia que tienen los sindicatos para la defensa de los trabajadores ante la empresa. Yo escuchaba toda la argumentación atentamente, sin interrumpirle, pero algo no me cuadraba.

Es posible que llevara razón en muchas cosas, de hecho yo creo que la llevaba, pero “del dicho al hecho hay un trecho”.

Entonces le pregunté: ¿Qué hubiera ocurrido si esta subida del paro, superando holgadamente los cuatro millones de españoles, se hubiese producido con un gobierno del PP? ¿Crees que los sindicatos estarían tan tranquilos, y tan mudos como lo están ahora?


La verdad es que mis preguntas fueron un poco directas, sin contemplación, casi rozando la yugular, y claro este se puso un poco nerviosillo y le dio una vuelta de rosca a la conversación.
Dejando a los cuatro millones y pico de parados aparcados en los abismos de una incógnita y sin intención de volverse para recogerlos y argumentar de alguna forma mis preguntas, se puso a darme una clase casi pedagógica de la ideología sindical.

Yo no daba crédito a lo que estaba escuchando, ¿como puede ser que a un hombre, que defiende tanto la política sindical, se le hagan unas preguntas como las que yo le hice y simplemente cambie de tema, sin más? Pues así fue.

La cosa no quedó ahí, yo no podía dejarla así. Que un “defensor del trabajador” (así se catalogó durante la conversación), se atreva a darme clases de ideología, a mí, después de haber dejado colgados a cuatro millones de personas un minuto antes, no lo permito.


Así que esperé el momento adecuado, la frase clave, las palabras que no pueden faltar en cualquier “defensor de los trabajadores” que se precie y llegó, ya lo creo que llegó. Me dijo: …los sindicatos de los trabajadores deben de tener ideología de izquierdas, deben de ser progresistas…
Yo, cortándole en ese justo momento, le dije: ¿Progresistas? Aquí en España lo único progresista, hoy en día, es la gripe A.
Reconozco que mi respuesta no fue muy acertada, pero me sirvió para descolocar a mi parlanchín compañero de tertulia que se estaba pasando cuatro pueblos y medio con la verborrea sindical.

Después de la no acertada respuesta me dispuse a liderar la conversación argumentando mi contestación con algunos datos sintomáticos de la gripe A, como se está extendiendo, cuantas victimas lleva en España, lo que está haciendo el gobierno para su prevención, etc.
Yo hablaba sin parar, y el escuchaba con cara de interrogante como preguntándose ¿Qué está diciendo este? Le solté el rollo del siglo, sin importarme la cara que pusiera y sin dejarme interrumpir, por mucho que lo intentara. Por supuesto que todo este royo os lo voy a ahorrar queridos lectores. Solo escribiré la última frase:…. “Y por esta razón yo creo que lo único progresista que hay hoy en día en España es la gripe A.”

Al terminar, nos quedamos un instante callados, mirándonos, sin decir nada, él esperando a que yo le diera una explicación de todo ese muermazo de discurso que le había soltado y yo atento a ver donde explotaba la cosa.

Hasta que me dijo: Te has salido del tema, eso que me has dicho no tiene nada que ver con lo que estábamos hablando, ¿es que te estas riendo de mi?
Yo le dije: Solo estaba probando a ser sindicalista, ¿lo he hecho bien?