martes, 14 de abril de 2009

La crisis a punto de calle

El otro día, un gran lector de este blog, me hizo una sugerencia: “¿Por qué no hablas de la crisis?”.
La verdad es que no sé por qué pero nunca he escrito un artículo de este tema. Yo sé que esto es lo que nos afecta ahora, sé que todo esto de las investigaciones a políticos, de los trajes comprados o regalados, de las tramas de corrupción que cree haber encontrado Garzón aunque poco hable de lo suyo, todo esto tiene un fin común, que es despistar al ciudadano.
Los mismos periódicos o los telediarios, cuando sale una noticia así, parece que se olvidan de la crisis.
El Gobierno de España, que durante mucho tiempo estuvo negando que hubiera crisis, engañando a los ciudadanos de este país, parece, o por lo menos a mí me da esa impresión, que es el primer partidario de que se saquen noticias de estas, de despiste.

Entonces en que quedamos. Yo creo que a estas alturas ya nadie se atreve a negar la realidad de la crisis. Pero ¿hasta qué punto nos afecta? ¿Tenemos que dejar de gastar dinero como lo hacíamos antes? ¿Vendrán las vacas flacas? ¿Qué pasa con los bancos y las cajas? ¿Son fiables o no?
Es posible que haya gente que pueda dar repuesta a estas preguntas porque sean más listos o entiendan más de economía pero yo no me mojo, en este tema no.
El otro día dijo el señor Solbes, con el asunto este de la Caja Castilla la Mancha, que no hay de que preocuparse, y que no hay nada que temer, pero luego por la noche, estoy tan tranquilo viendo en el programa de Buenafuente al señor Leopoldo Abadía, que por cierto, el tío es un artista para explicar las cosas estas de la crisis con un toque de humor, y así entre risitas y un poco de cachondeo, dice que él no confiaría en esa caja y que hay otras que están casi en la misma situación. Y para qué os voy a engañar, en estos momentos, para mí, el señor Abadía tiene más credibilidad que el señor Solbes, y más aún después de que ni su propio grupo cree ya en él.
Como he dicho al principio, un lector me ha comentado que hable un poco de la crisis. No suelo hacer mucho caso de los temas que me sugieren para escribir porque ya machaco bastante a mi inspiración obligándola a que solo salga durante las horas que tengo libres de trabajo para encima exigirle que se transforme en el tema que quiera fulanito o menganito. Pero cuando me lo dijo me quedé observando a la gente y me pregunté: ¿hay crisis a nivel de calle o no?

Al principio de la crisis, parecía que no se nos había metido todavía en nuestras casas, pero ahora sí. Ya esta enroscada en nuestras carteras y bolsos. Me di cuenta justo aquel día. Estábamos en un bar tomando unas cañas cuando este lector habló conmigo y me di cuenta de que consumimos menos que antes. Salimos menos a la calle por el gasto que supone y nos divertirnos menos. No contento con mis propios datos le pregunté al dueño del bar:
- ¿Dónde se ha ido hoy todo el mundo?
Éste, mirándome con cara de asco, arrugando la nariz para agudizar un poco más su curvatura aguileña e hincando el mentón en el pecho para que se pudiera ver el brillo de la calva en su totalidad, me espetó:
-A la gente parece que se le ha olvidado que hoy tengo abierto. ¿Qué le has puesto en la quiniela al Villarreal?

Al rato de aquello, se me acerco para saludarme un amigo que hacía tiempo que no veía porque está trabajando en Madrid. Estuvimos hablando de algunos temas, entre ellos del trabajo. Y me comentó que en la empresa en la que él trabaja están despidiendo a mucha gente.
Es decir, que la crisis no sólo se nos ha metido ya en nuestras casas, en nuestras carteras y en nuestros ratos de ocio; también se nos ha metido en nuestro trabajo provocando un temor a ser despedidos o a que la empresa en la que trabajas tenga que cerrar dejándote en la calle.

Hoy, leí un artículo de Arturo Pérez Reverte en el que contaba la historia de una chica que tenía que hacerse cargo económicamente de su casa, con un sueldo de 900 euros, porque a su padre lo habían despedido del trabajo y se originaban una serie de males que desembocaban en que el único dinero, con el que podían contar, era el de ella, para comer, hacer frente al pago de la casa y otros gastos adicionales.
Se supone que esta gente vivía antes con una cierta holgura, no sería para tirar cohetes, pero por lo menos se podrían permitir algún caprichito.

Mi pregunta es: ¿A cuánta gente le está ocurriendo esto? ¿Qué pasará con estas personas si, como dicen algunos, lo peor está por llegar? ¿Seguirá este gobierno ignorando a esta gente y escondiendo estos datos con noticias de despiste?

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