lunes, 20 de octubre de 2008

Gamberros tempranos

Hace algunos días, en uno de esos programas que hacen que la televisión se pueda ver porque si no fuera por ellos, para mí, este electrodoméstico sería un trasto útil solo para que un comedor guardara la concordancia con lo que estamos acostumbrados y no se viera raro; como digo, en uno de esos programas que salen a últimas horas de la noche, casi al final de la programación, porque las demás horas están ocupadas con grandes hermanos, series patatas que las echan una vez a la semana de manera que cuando las ves no hay forma de acordarse de por donde iba el hilo, o películas viejas que uno ya ha visto un millón de veces amenizadas con descansos a cada cuarto de hora y de un cuarto de hora; en uno de esos programas en los que aún se guarda la compostura, el saber estar y todas esas cosas que parecen que hoy en día no están de moda, no venden, o nos las pasamos por…; en uno de esos programas se habló sobre un debate que me llamó la atención.

La pregunta principal del programa era: ¿Educamos bien a nuestros hijos?
Entre los que opinaban estaban algunos directores de colegios, defensores de los profesores, padres, hijos, profesionales en la materia, y un juez.

Empezaron el debate y emitieron algunas imágenes sobre peleas, linchamientos, auténticas atrocidades colgadas en Internet que habían sido grabadas por los mismos chicos con el fin de difundirlas. También emitieron algunos comentarios de gamberradas como el de una chica que decía que un compañero suyo había fumado porros en clase, o imágenes de destrucciones del material escolar.

Por lo visto, hay un teléfono del defensor del profesor para los que se sientan acosados por cualquier alumno o alumna o para problemas de gamberradas contra éstos, que había recibido muchas llamadas de profesores desesperados (por decirlo de alguna forma). Se dice que el nivel de agresividad entre los menores y las menores ha aumentado y la verdad es que al ver las imágenes que emitieron y que los mismos chicos grabaron con sus teléfonos móviles para publicarlas en la red, yo creo que estas opiniones están bien fundamentadas.
Uno de los directores de colegio dijo algo que me hizo pensar porque el hombre llevaba toda la razón del mundo y a veces esas razones pueden resultar un poco espeluznantes: lo que hay dentro de las aulas es un reflejo de la sociedad en la que vivimos.

Otra opinión fue la de una mujer que decía que gran parte de la culpa de la educación la tenían los padres, y eso también es cierto pero en menores de 15, 16 y 17 años que empiezan a salir con los amigos, los padres no pueden controlar lo que aprenden fuera de casa, y tampoco es plan de tener a un hijo encerrado para que no pueda aprender nada malo.

Había opiniones cogidas de la calle que decían que la culpa de todo eso es de los profesores. Con este pensamiento yo estoy totalmente en contra. Porque es que es muy fácil decir que la culpa de que mi hijo sea un gamberro la tiene un profesor pero si, en lugar de ser así, aprueba todas las asignaturas, no ha sido gracias al profesor, sino que es muy listo.

Pero claro, el debate se estaba desviando y yo me di cuenta, parece que no fui el único. Habían pasado de emitir imágenes que eran auténticas barbaridades de menores a intentar de alguna manera, no justificar, pero sí buscar otros culpables como padres o profesores. En ese momento habló el juez, y lo que vino a decir es que no debemos caer en el error de olvidar que los principales culpables de estas gamberradas son los menores, y que los padres podían ayudar a la educación si no les proporcionaran aparatos, que no controlan el mar de posibilidades que se abre ante ellos, como son esos móviles.

En fin, este artículo esta escrito con la intención de unirme a este debate que es nacional, poner mi granito de arena, y mojarme un poco diciendo que a los menores lo que les hace falta es una educación moral exactamente igual que la que le dan la mayoría de los padres y profesores, porque no creo que la culpa de estas cosas sea de ellos, pero un poquito, solo un poquito más basada en “el que la hace la paga”.

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