En la mitología griega, el semidios Caronte, era el barquero
que recogía a las almas de los que habían muerto para subirlas en su barca y
llevarlas hasta la otra orilla del río Aqueronte. Ese era el objetivo de todos
los muertos, llegar a la otra orilla.
Hasta ahora, todos los presidentes del gobierno de España,
en democracia, lo han conseguido. Es posible que algunos se hayan convertido en
cadáveres políticos, que hayan muerto para la política de este país, pero a
todos se les ha dado la oportunidad de cruzar el río, de descansar en paz, de
poder enfrentarse a Caronte y pagarle el tributo que el barquero exige.
Cuenta la leyenda, que Caronte cobraba un óbolo por cruzar
con su barca. Por esa razón a los que morían se les enterraba con una moneda
debajo de la lengua, para que pudieran pagarle.
Al único presidente que no se le ha querido dar esa moneda
ha sido a José Luís Rodríguez Zapatero. Rubalcaba, incluso lo escondió para que
no se le viera en su campaña. No obtendrá la gloria ni dentro de su partido. ZP
no ha sido perdonado, se le recordará siempre por lo que hizo mal. Nadie lavará
su nombre.
Incluso a Felipe González después de todos los escándalos
que le hicieron perder las elecciones, se le concedió la moneda para cruzar. Al
igual que a Aznar, después de aquella guerra en la que toda España estaba en
desacuerdo, su nombre salió intacto. Los dos están en ese lugar en el que se
reconoce la gloria. A los dos se les dio para pagar al cruel Caronte.
A los que no tenían para pagar, el barquero no los porteaba
y los dejaba vagando por las orillas del río como almas en pena durante cien
años, después de los cuales accedía a cruzarlos por esas aguas en las que la
única barca que no se hundía era la suya.
Rubalcaba, no quiere ese destino. Sabe que después de los
resultados de las elecciones, no le darán la moneda. Sabe que él es culpable
directo de la debacle del PSOE. Es totalmente consciente de que esa forma de
hacer política, que ha defendido con uñas y dientes, es la que nos ha conducido
al miedo a los mercados, al desastre de la economía y en definitiva, a una
crisis sin precedentes.
Lo fácil para él sería irse. Pero no puede, así no. Sin
moneda no. Por eso se queda a la cabeza del partido. Por eso no se va, que es
lo que normalmente haría alguien que ha sacado los peores resultados de la
historia del PSOE. Quiere que le concedan la dignidad de poder pagarle a Caronte.
Quiere su gloria.
Querido Rubalcaba, con la crisis, la moneda se ha vuelto
mucho más difícil de ganar para todo el mundo. No iba a ser distinto pare usted.